Undibujin

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domingo, 4 de octubre de 2015

Incidente vainilla

Amanece.
Amanece, y yo comiendo piedras
sin importar la hora,
en la noche
o cuando atardece,
se levanta igual, lamiéndote, mientras
su brillo vainilla no puedes mirar.
Amanece.
Amanece, y te alcanza, su rayo quemándote como brasa;
Una  caricia dulce que lo disfraza.
Empezando por la nunca, sus dedos entre el pelo,
un ligero escalofrío te chupa la frente;
Bajando la espalda como bala
haciendo que el cuerpo reviente.
Amanece.
Amanece, y yo comiendo piedras
sin importar que las brasas,
 en la noche…
o cuando atardece,
sean ahora un incendio viviente.